martes, agosto 15, 2006

De la chaparrez

Como diría José Martí:
“Para un príncipe enano se hace esta fiesta.”

Y es que probablemente lo que más asuste de FeCal sea la poca estatura con que se le ha visto desde que empezó el cochinero que hasta ahora estamos viviendo. Y no me refiero al hecho de que entre él y el Lord Farquaad de Shrek no haya a quien irle (aunque hay que decir que el de la película sí cae bien a veces, que ni qué). Me refiero a que, como estadista, como gente de visión política, de plano se ha visto más pulgarcito que como lo pintan los moneros de la prensa nacional.
A veces uno no sabe si es ceguera o estupidez o las dos cosas.
Una simple frase habría evitado tanta verbena. “Me sumo a la petición de mi adversario por el recuento total de los votos”. Bastaba con hacer la apuesta de que, de todos modos, el tribunal se negaría. Y él ya habría quedado bien parado. En una de esas y hasta le creíamos que no había habido fraude y que Hildebrando paga sus impuestos desde chiquito y que todos en su casa comen frutas y verduras.
Pero en su chaparrez lleva su anatema. Ceguera o estupidez o de plano mala voluntad.
Hacía falta estatura política, pues. Capacidad de entendimiento y no fanática obcecación. Por eso toda esta fiesta, payasos, caballitos y ruedas de la fortuna son a la salud de él, de nuestro príncipe enano.

“¡Venga mi caballero por esta senda! ¡Éntrese mi tirano por esta cueva!”

Ahora dice que no tiene miedo de enfrentar una presidencia sitiada . Cómo le va a dar miedo si ni está enterado en qué país vive, ni de la polarización social que ha propiciado con su farisea actitud de respeto a las instituciones, ni de qué significa la palabra “espurio”, ya ni hablar de que conozca ese otro México, el que no desayuna con champán ni lee la revista Caras (convendría que bajara las ventanas de su coche cuando vaya a Plaza Santa Fé y mirara hacia los cerros para que se enterara de en qué país vive).
Cómo le va a dar miedo si a Díaz Ordaz hasta le dio orgullo el 68. Y como que, después de los guamazos y la sangre de ayer en la cámara, ya les anda uno encontrando el parecido a ambos personajes, que ni qué.
Esperemos, pues, que siga manteniendo tan valerosa postura. Porque se le va a venir encima más baile y más banquete y más jolgorio. Que se prepare, pues.

Porque, como diría José Martí,
“Para un príncipe enano, se hace esta fiesta”.

Todos somos hijos de Pedro Páramo