lunes, julio 24, 2006

Dejemos algo en claro

La campaña mediática de desprestigio a López Obrador, al PRD y a todos los individuos que nos identificamos con la izquierda (o con su proyecto alternativo de nación, que no necesariamente es lo mismo), de burla y de descalificación a priori de nuestros argumentos, no sólo no ha cedido sino que se intensifica día a día. Ante la contundencia del simple y claro voto por voto, ante más de un millón de mexicanos en la calle exigiendo respeto a nuestra supuesta democracia y nuestros derechos ciudadanos, se antoja cada vez más probable que el TEPJF acepte las más de 300 impugnaciones (y recuerden que por cada dos impugnaciones del PRD hay una impugnación del PAN, claramente en contra de su propaganda oficial que invita a reconocer los resultados sin cuestionar su legalidad).
Las reacciones se repiten entre los diferentes noticiarios y programas de opinión, y siguen en general los mismos argumentos:

  • ¡Ya se realizó el conteo! ¿Cuántas veces lo quieren repetir?
  • ¿Desconfían acaso de más de 900,000 ciudadanos que fueron elegidos aleatoriamente como funcionarios de casilla?
  • Hay que fortalecer las instituciones. ¿Dónde quedaría la autoridad del IFE si el resultado que proclamó no es reconocido?
  • ¡Lo que buscan es anular las elecciones!
  • Quedó claro que los inversionistas quieren a Calderón: ¡Vean el comportamiento del dólar y de la Bolsa cuando repuntaba AMLO!

Vamos, pues, a responder a estos cuestionamientos.

¡Ya se realizó el conteo! ¿Cuántas veces lo quieren repetir?

El conteo se realizó, sí, en todo el país por ciudadanos, y buena parte (que no la totalidad - Ningún partido pudo cubrir el 100% de las casillas; los partidos más chicos pudieron únicamente cubrir casillas en los principales centros urbanos) de los resultados fueron avalados por los representantes de los partidos. Sin embargo, han sido detectadas una cantidad nada trivial de irregularidades, desde simples errores aritméticos (no sumar correctamente las cantidades al reportar el acta), pasando por errores de un pequeño número de votos, hasta puntos tan extremos como el traslado de cientos de votos de un candidato a otro en una misma casilla. O asuntos que no pueden verse más que tomando una foto desde muy lejos de todo el proceso, a través de análisis estadísticos (por ejemplo, la distribución de votos por casilla de AMLO y de Calderón se desvían mucho de una curva normal, pero su suma cuadra casi perfectamente).
Si el márgen entre los candidatos fuera de 5%, estas irregularidades probablemente serían consideradas como anecdóticas y no tendrían mayor significado. Sin embargo, ante un resultado electoral tan cerrado, los mexicanos merecemos tener certeza de cuál fue nuestra voluntad colectiva. Merecemos saber quién es nuestro presidente electo, sin lugar a dudas. El conteo que ya se hizo es reconocido, sí, pero no sirve cuando la diferencia es tan ligera, por la acumulación de miles de pequeños errores. La resolución que ofrece el proceso de conteo actualmente empleado no es adecuada para un márgen tan reducido.

¿Desconfían acaso de más de 900,000 ciudadanos que fueron elegidos aleatoriamente como funcionarios de casilla?

Bueno... ¿Y qué sería pecado que lo hiciéramos? Fuimos más ciudadanos los que salimos a marchar el pasado domingo, incrédulos ante el resultado oficial del IFE. Hay cientos de casos documentados de funcionarios de casilla a los que les fue ofrecida una gratificación por su servicio (obviamente, la gente que lo denuncia es la gente que no la aceptó). Hay cientos de casos en que determinadas personas habían sido seleccionadas como funcionarios de casilla, para encontrarse con que no estaban mencionadas en el listado oficial, y aparecían en vez otros vecinos. Sí, hay muchas explicaciones posibles (como "una mayor preparación", aunque en muchos casos no había bases para justificarla), y en estos procesos siempre se selecciona gente de más para que no termine faltando. Sin embargo, dice el refrán "piensa mal y acertarás". Días antes de la elección fue denunciado que el PAN utilizó ilegalmente el padrón electoral para crear una base de datos georeferenciada incluyendo la posible afinidad política de cada ciudadano. Aunado esto a las diversas pruebas de incómoda cercanía entre el PAN y el IFE (desde un control claro de las decisiones al no haber más que consejeros del PAN y PRI hasta cercanía personal entre Ugalde y Calderón), ¿qué nos queda más que la duda? ¿Y qué mejor remedio a la duda que una buena demostración de la verdad?

Hay que fortalecer las instituciones. ¿Dónde quedaría la autoridad del IFE si el resultado que proclamó no es reconocido?

Este es uno de los sofismas más tristes de los que han sido difundidos. ¡Claro que un resultado diferente al que el IFE oficializó minaría la autoridad del IFE! ¡Y claro que el IFE se había hasta ahora erguido como un árbitro confiable en las elecciones, uno de los grandes orgullos del avance democrático de México! Ahora, si el IFE no puede sostener su honorabilidad, ¿no es lo más adecuado que esto salga a la luz para que pueda ser corregido? ¿No es mejor desacreditar ahora al IFE actual y corregirlo a tiempo que cargar con un órgano presuntamente corrupto y tramposo por quién sabe cuánto tiempo más, hasta que un nuevo fraude nos lleve a corregirlo?

¡Lo que buscan es anular las elecciones!

Del análisis que efectúe el TEPJF pueden desprenderse tres resultados (independientemente de si hay o no apertura y recuento de paquetes), y van en el órden de probabilidad a mis ojos: Reconocimiento de Felipe Calderón como presidente electo, reconocimiento de López Obrador como presidente electo, y anulación del proceso electoral completo (situación denominada nulidad abstracta, dado que no se anula la elección en puntos concretos sino que en general como proceso).
En el muy poco probable caso (nuevamente, a mi punto de vista) de que las elecciones se anulen, lo más probable (hay juristas que ofrecen diferentes interpretaciones, pero ya no me meto en detalles) es que el nuevo Congreso de la Unión designe a un presidente interino, por un periodo entre 18 y 24 meses, quien tendrá como misiones llevar la batuta del país durante un periodo reducido (dado que Fox no puede continuar en su cargo más de seis años, y si alguno de los actuales candidatos fuera designado presidente interino, quedaría imposibilitado de volver a contender por la presidencia por el principio de no reelección) y (principalmente) llamar a elecciones anticipadas. Esto muy probablemente dañaría más a López Obrador que a Calderón (o, yendo un paso hacia atrás, dañaría más a la Coalición por el Bien de Todos y al PRD, su principal partido, que al PAN), pues los medios seguramente difundirían la versión de que AMLO logró lo que buscaba: Desestabilizar al país. El PRD definitivamente no busca la nulidad abstracta - Pero de ser ese el resultado del tribunal, obviamente, no quedará más que acatarlo.

Quedó claro que los inversionistas quieren a Calderón: ¡Vean el comportamiento del dólar y de la Bolsa cuando repuntaba AMLO!

El comportamiento bursátil y del tipo de cambio fue muy positivo el 3 de julio, cuando el PREP comenzó a dar resultados, y fue correspondientemente negativo el 5 de julio, mientras el conteo distrital mostraba una ventaja para López Obrador. Claro, no puedo dar una lectura única a estos resultados - Pero los medios tampoco nos pueden negar la posibilidad de disentir y presentar nuestro punto de vista. El lunes 3, los inversionistas sonreían porque terminaba el proceso electoral, terminaba la tensión en la sociedad, terminaban las campañas y el desgaste que esto siempre significa. La jornada había transcurrido en paz, y México se mostraba sin violencia. El miércoles 5 reaccionaron adversamente porque el cambio del resultado mostraba que la credibilidad del proceso estaba en jaque. Y se tranquilizó poco después. Y claro está, si el TEPJF cambia el resultado, vendrán algunos días de turbulencia - pero seguirá la vida como siempre, y volveremos a la estabilidad.